Autor: Noelia Coimbra Arteaga

Cuéntese que en una isla, vivían la Alegría, la Tristeza, la Vanidad, la Sabiduría; la Riqueza y el Amor, entre otros Sentimientos. Cierto día, llega el aviso de que sucedería en la isla una gran inundación. En su desesperación, el Amor cuidó que todos los demás Sentimientos se salvaran. Entonces habló: - ¡Escapen, escapen todos!! ¡La isla sufrirá una gran inundación!!! Y todos los Sentimientos buscaron sus botes, a fin de alcanzar un sitio seguro, lo más alto posible. Solamente el Amor no se apresuró, porque quería quedarse un poquito más en la isla y tratar de ayudar a todos. Cuando ya estaba por ahogarse, ve pasar a la Riqueza y pregunta: - ¿Riqueza, me llevas contigo? Ella respondió: - No puedo, Amor, mi bote está lleno de oro y plata, no hay espacio... Pasando la Vanidad, el Amor rogó: - OH! Vanidad, llévame contigo. - Lo siento mucho pero no puedo, me ensuciarías a mí y a mi bote. Enseguida, surge la Tristeza: - ¿Tristeza, puedo irme contigo? - Ah! ¡Amor, estoy tan triste que prefiero irme sola! ¡Pasó la Alegría, pero estaba tan feliz que ni siquiera escuchó que el Amor la llamaba! Ya sin saber que hacer, creyéndose solo y abandonado, el Amor empezó a llorar. Entonces, se aproxima un barquito con un Señor, muy viejito, que le habla al Amor: - Súbete, Amor, que yo te llevaré. ¡Y el Amor subió, pero de tan feliz que esta por haberse salvado, ni siquiera se acordó de preguntarle al anciano su nombre! Llegando al cerro, alto y seguro, dónde ya estaban los demás Sentimientos, el Amor preguntó a la Sabiduría: - ¿Sabiduría, Quién era aquél Señor que me ha salvado la Vida? Y la Sabiduría le respondió: - Era el Tiempo, porque solamente el Tiempo puede entender un gran amor... * * * *